La iglesia de San Blas, de los
siglos XV y XVI es un bello ejemplo de la arquitectura gótica, renacentista y
barroca, lo que le ha hecho merecedora de la declaración de Monumento Nacional,
título obtenido en 1977.
La parte más antigua del edificio
es de estilo gótico flamígero ejecutado con gran maestría. El resto se
construyó al más puro estilo renacentista y con el sello impreso de
Vandelvira. El actual templo de San Blas
se levanta sobre una primitiva iglesia gótica de mediados del siglo XV, a
finales de ese siglo comenzó a ser sustituida por una nueva fábrica. A los pies
quedan restos de la primitiva iglesia, de la que destaca su portada occidental,
de magnifica fábrica realizada en estilo gótico flamígero y construida por un
elegante vano con arco apuntado y de formas muy esbeltas. Las fachadas norte y
sur son renacentistas de estilo Vandelvira, cuya fábrica ha sido atribuida a
este genial arquitecto. La fachada sur o del sol es una de las más bellas de la
provincia de Albacete. Por su composición, trazado y ejecución, es la que mejor
representa la persistencia del estilo Vandelviriano. Sigue el tipo de la
portada principal de El Salvador de Úbeda y de la meridional de la catedral de
Jaén realizadas por Andrés de Vandelvira. Como esta última se cobija bajo un
arco de medio punto, simulando un gran arco de triunfo romano, del que destacan
los pares de columnas toscanas rematadas por un capitel corrido. En su interior
San Blas es prototipo de iglesia columnaria o Hallerkirche, con planta de salón
y tres naves a igual altura separadas por columnas. El primer tramo y el ábside
ochavado son totalmente góticos con pilares y capiteles de formas complejas:
los primeros pilares presentan una gran complejidad, están formados por haces
de ocho columnillas con plinto cilíndrico. En la misma línea nos encontramos
con ricas bóvedas de crucería estrellada adaptadas a los espacios y compuestas
de múltiples recursos, como ligaduras y convados curvos. En los muros laterales
de este primer tramo se abren ventanales moldurados en arco apuntado con
parteluz central. Todos estos elementos evidencian un gótico puro de final con
gran riqueza ornamental. Los restantes tramos fueron realizados de acuerdo al
nuevo estilo renacentista: cambia la estructura de los soportes y capiteles y
también de las cubiertas. Los capiteles presentan una forma interesante, puede
considerarse como un entablamento clásico que actúa como tal. El uso de este
capitel supone unos propósitos intencionados por parte del artista, de abandono
del goticismo anterior y de ruptura, incluso manierista, con el clasicismo. A
principios del siglo XVIII se construye el gran retablo gracias a las
donaciones de un villarroblense ilustre, Fray Diego Morcillo Rubio de Auñon,
Virrey de Perú. El retablo se realizó siguiendo la moda de la época, por lo que
se oficio una obra monumental de estilo barroco churrigueresco que sustituyo el
retablo gótico inicial. Este retablo está constituido por un arco triunfal de
suave ojiva, en el que destaca su artesonado de características especiales. Así
mismo en el interior se puede admirar una talla de San Miguel, correspondiente
a la escena del Juicio Final representada en el antiguo retablo y que en la
actualidad está situada en una de las capillas laterales.
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